La ficción es carnívora

Hoy he recordado una entrevista que vi hace mucho tiempo en televisión. La entrevistada era la célebre escritora Marguerite Duras. Yo a Marguerite, la descubrí casi de casualidad una tarde de otoño que estaba aburrida por casa y me dio por ojear la biblioteca de mi tía a ver si encontraba algo que me entretuviera un rato. Y allí estaba "El amante", un librito de tapas gruesas y gastadas que me abrió las puertas a un nuevo mundo, al universo Duras. Un universo que en aquellos momentos me pareció rompedor, fresco, intenso y absolutamente liberador. 

De todas las cosas interesantes que dijo Duras en aquella entrevista televisiva sólo logro recordar una. Marguerite confesó que para ella había una condición sine qua non para poder escribir, para poder perderse entre líneas, para crear su caótico universo. Para ella, lo único indispensable e imprescindible para poder abandonarse a la ficción, era ni más ni menos que orden. Es decir: un sitio seguro al que regresar. Tal vez sólo puedo recordar esa parte de la entrevista, porque la memoria va rescatando del pasado sólo lo que tiene alguna relación con lo que se está viviendo en el presente. 

Casualmente también esta mañana me ha caído en las manos un suplemento cultural, de agosto del año pasado, en el que aparecía una entrevista a la también escritora Elvira Lindo. Hablaba de su última novela, que no es autobiográfica pero en la que tampoco se ha emperrado en omitir, disimular o borrar su huella personal en los personajes. Curiosamente, ella también decía que esta novela la había podido escribir porque estaba en una etapa equilibrada de su vida. Lo cual me hace pensar que el desequilibrio, el caos, el abismo, el lado oscuro de nuestros personajes está ahí para adentrarse en él. Pero cuidado, no siempre. Que la ficción es carnívora. E insaciable.